
José Luis Dader, Bosch, Barcelona, 1992, pp. 160 a 175
- Corporativismo. No ponen a los propios medios como objeto de
crítica.
- Complicidad con el secretismo. Callan más de lo que dicen.
- Intromisión ante lo privado y descrédito de la
transparencia. Enjuiciar en público la vida privada de otros.
- El abrazo al Poder y la opacidad pública de las
instituciones.
- Anquilosamiento mental. Ataduras y tabúes de lo
políticamente correcto.
- Simplicidad. “Necesitamos que alguien sintetice,
simplifique y seleccione para los ciudadanos ocupados en tareas muy diversas,
los aspectos en verdad más relevantes que nos afectan en cuanto que colectivo
social. Pero hasta el ejercicio de la simplificación debiera tener algo de
complejo si no queremos incurrir en la esquematización más deformante de
nuestro ‘espacio público’. En realidad, confundimos simpliciad con claridad”.
- El agobio de la celeridad.
- Insensibilidad para con los sujetos anónimos. Hablan los
poderosos, no los débiles o las minorías.
- Incomprensibilidad de lo informado. Todo lo anterior da como
resultado la pérdida de inteligibilidad de la realidad.
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Y, aquí, el dodecálogo del buen periodista.
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Y, aquí, el dodecálogo del buen periodista.
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